(Originalmente publicado en la Revista LA HORA DE LA VERDAD )

(Originalmente publicado en la Revista LA HORA DE LA VERDAD )

Leonor Balderas

A pesar de que las Leyes Divinas son justas, hay en la humanidad un desconocimiento muy grande en cuanto no encuentra respuesta a muchos interrogantes que, a simple vista no la tienen, porque desconocen la Ley de Causa y Efecto, y para saber un poco más sobre esto, quiero aclarar algunos detalles para mejor entendimiento del tema.

Sabemos que a todos los seres humanos, se nos ha otorgado el libre albedrío, pero cuando vamos teniendo uso de razón, vamos siendo conscientes de lo que hacemos, pero a la vez, también somos responsables de nuestros actos. Y a lo largo de nuestra existencia vamos desarrollando nuestra vida, con obras de buena conducta pero también cometiendo errores, más o menos graves. Para paliar estos errores, se puede hacer de dos formas diferentes, bien siendo doblemente bueno, o aceptando el sufrimiento, como forma de pago del mal cometido sabiendo que la balanza que pesa nuestros fallos es justa y cabal. Ahí no hay engaño, ni privilegios para unos pocos. Ésto nos revela el porqué en una misma casa, de unos mismos padres, todos con las mismas posibilidades, unos hijos tienen más sufrimiento que otros, más enfermedades, más contratiempos, etc.

Estas razones pueden encontrarse en el pasado de otras vidas, o bien en la consecuencia natural del carácter y la conducta de aquellos que los sufren. ¡Cuántas personas caen por sus propias faltas! ¡Cuántos son víctimas de su orgullo y de su ambición! ¡Cuántos no han podido contener a tiempo sus malas inclinaciones y hoy se encuentran enredados en sus propias zarzas!

Si le preguntamos fríamente a nuestra conciencia, por las vicisitudes y desengaños de la vida, encontraremos la respuesta en nosotros mismos, que no supimos atajar a tiempo y poner remedio a nuestros errores. Entonces, ¿a quién debo culpar de mi infortunio? En la mayoría de las veces, culpamos los demás que pusieron la piedra justo en el lugar por donde yo debía pasar. Pero las personas lo podremos evitar, sólo cuando trabajemos por un mejoramiento moral. 

Esta vida es un tránsito hacia el Más Allá. Aquí venimos a ganar o perder. En la tierra en que vivimos, hay más días de sufrimiento que de felicidad, pero si en cada momento no nos falta la capacidad para aceptar lo que el destino nos tiene guardado a cada uno, eso será un adelanto en nuestra propia evolución, que mejorará cuando seamos capaces de poner freno a nuestras propias debilidades. Pero, si en vez de inclinarnos hacia el camino del bien y del progreso, seguimos trabajando haciéndolo mal, con hechos premeditados, a esos, Dios no los reconoce y se verán envueltos y atrapados en sus propias redes,  y más tarde tendrán que aceptar, el fallo que dicte aquel Alto Tribunal.